martes, 30 de abril de 2013

Crítica Musical 08/03/2013


Hola de nuevo. Siento la pausa en las publicaciones. Os dejo una crítica del concierto Barroco femenino, efectuado el dia 8 de marzo en el aula cultura de la CAM de Alicante.

Un saludo

A. Dudevant



Crítica del concierto conmemorativo del día de la mujer. La galería del claroscuro: “Barroco femenino”



E
l concierto realizado el viernes, 8 de marzo de 2013 a las 20:30 horas, en el Aula Cultura de la caja del mediterráneo supuso para Alicante una algo innovador en lo que a los conjuntos históricos barrocos se refiere. En conmemoración al día de la mujer trabajadora, se interpretaron seis obras en total, todas compuestas por mujeres a la que la historia de la música ha dejado completamente de lado por una cuestión machista.

Todas las obras fueron interpretadas por el conjunto histórico “La galería del Claroscuro”, agrupación musical creada para recuperar el repertorio de los siglos XVII y XVIII de la manera más realista posible, interpretándolo con instrumentos de la época y teniendo en cuenta los valores estéticos de cada momento.

El concierto comenzó con un discurso por alguien ajeno a la agrupación, probablemente algún cargo de la sala de cultura de la caja del mediterráneo, recientemente desaparecida. El discurso no hacía más que introducir de una manera bastante poco retórica el concierto que nos disponíamos a ver.

El concierto comenzó con la Sonata Quinta de la compositora italiana Isabella Leonarda. Esta sonata fue interpretada por la plenitud del conjunto, compuesto por flauta travesera (José Fernández Vera), violín (Eduardo Fenoll), viola de gamba (Xurxo Varela), tiorba (Jan Van Outryve) y lógicamente, clave (Anabel Sáez). En esta primera obra pudimos observar la brillantez del conjunto, además de su compenetración en cuanto al estilo del siglo XVII. Aun así pudimos observar algunas taras que ensombrecían la brillante interpretación. La más característica, que pareció repetirse durante todo el concierto, fue la falta de cuerpo del Traverso o flauta travesera barroca. Era bastante difícil de adivinar sus interpretaciones cuando tocaban todo el resto de instrumentistas. Otro tara ensombrecedora, fue la excesiva y predominante presencia del violín, que parecía no querer que el resto de instrumentos brillasen en ningún momento más que él. Aun así fue una gran interpretación.

Lo segundo que escuchamos fue la Sonata en cuatro tiempos para violín y clavecín de Elisabeth Jacquet De La Guerre. En esta interpretación, menos impresionante que la anterior, pudimos observar la profundidad y el sentimiento de Fenoll al violín barroco, con una sublime y preciada ejecución basada en una pasión barroca, alejada de la común interpuesta por el violín romántico. Por la parte del clavecín, la impecable Anabel Sáez nos proporcionó una grandísima interpretación con gusto y dedicación, que sin duda hubiese sido venerada por la mismísima compositora francesa. Además del clave, la tiorba y la viola de gamba acompañaban el bajo continuo. En comparación a la interpretación de Varela a la viola, la tiorba daba la impresión de ser mucho menos llamativa. Aun así la conjunción entre los tres fue brillante.

Lo siguiente fue el aria L’ Eraclito amoroso de Barbara Strozzi, interpretada por la soprano Olalla Alemán, junto a la tiorba, clave y viola de gamba ejerciendo el papel de triple bajo continuo, justo como en la interpretación anterior. La soprano, que tuvo un génesis brillante, pareció entrecortarse a lo largo del aria barroca. Aunque de gran maestría vocal y control de su voz, esta soprano no parecía tener en cuenta la estética del barroco al cantar, pareciendo que estaba realizando una interpretación más cercana a las arias de Verdi, o quizás Puccini en lugar de un aria barroca con un pequeño recitativo incluido al principio. El bajo continuo, como de costumbre acompañó con gran soltura y ligereza graciosa. Quizá está fuese la mejor interpretación de la noche de Outryve.

La velada continúo con la Triosonata nº 1, en Sol menor, de nuevo de Elisabeth Jacquet De La Guerre. Interpretada por la viola de gamba, traverso, violín y clavecín. Fue una de las grandes interpretaciones de la noche. Aquí el problema que plantee al principio de la flauta pareció difuminarse, pero el de la suma presencia del violín pareció acentuarse. Aun así, eludiendo al violín, se podía observar por parte de Varela una grandísima interpretación cargada de tranquilidad y emoción. Anabel Sáez tampoco defraudo, de hecho, volvió a encandilar y la flauta pareció del algún modo resolver su problema.

Lo siguiente que se pudo disfrutar fue la Sonata para flauta travesera en Sol Mayor de Ana Bon Di Venezia. En esta interpretación, la flauta de Vera cautivó mucho que más que antes. Aislada de su grupo instrumental, pudimos entrever como la simpleza no está desligada de ningún modo con la pasión o con la galantería, rasgo fundamental de la música barroca. De cadencia simple, pero de buen gusto, y sin necesitar la ayuda de más bajo continuo que el de la brillante Anabel, fue una interpretación cautivadora.

La última obra programada era, para variar, de Jacquet De La Guerre. Le Sommeil d’ Ulisse,  recitativo más aria de grandísimo carácter y brillantez. Fue cantado de nuevo por Alemán, cosa que hizo que sus errores estilísticos se resaltasen de nuevo. Al repetir el tema, no hubo apenas florituras y las notas repetidas estaban demasiado ligadas y alargadas, al más puro estilo sentimental del romanticismo musical. Sin embargo, era difícil  no disfrutar del dialogo de pasiones del violín y de la voz, un espectáculo sobrecogedor que era sin duda alguna digno de ver. El bajo continuo cumplió de nuevo su función con magistralidad y perfección.

Para acabar el concierto, nos deleitaron de con una cantanta de Strozzi. Todo el conjunto se dedicó en cuerpo y alma a la última interpretación, dejando algo cándido dentro de todos los presentes, aunque, eso sí, los errores comentados se repitieron de igual manera.
En conclusión, el último concierto de La Galería del Claroscuro, no fue perfecto, pero de ninguna manera fue malo o vulgar. Pudimos ver la brillantez de sus miembros, la calidad de sus instrumentos y la gran educación musical que cada uno ha obtenido. No falto talento, ni alegría, ni tristeza. En cada una de sus obras el sentimiento fue puesto en su justa medida, creando una buena sintonía con la estética musical de esa época impresionante que es el barroco